domingo, junio 19, 2005

Bajo el embrujo lunar

Por entre las cortinas de mi habitación se asoma una cara redonda de color plata que vacila entre esconderse tras la sombra de una nube viajera o expandirse cual orgullosa madre que se sabe al dedillo los nombre de todos los noctámbulos hijos a los que ha parido. Como su legítima hija, a veces disfrazo la realidad y muestro distintas caras de una misma persona, distintas fases, aunque siempre esté mi lado oscuro....

A veces me veo a mí misma como un ser extraño, me imagino como un hada, un ser fantástico que extiende sus alas e irradia un magnetismo irresistible, me encantaría poder transformarme en un alguien distinto cada día, ser en ocasiones un vampiro que toma la ciudad para sí, que no tiene problemas al alimentarse de la vida de otros.

Colarme por tu ventana y seducirte, adueñarme de tu sonrisa y tus esperanzas y engrandecerme bebiendo tu fantasía, aquella que me entregas sin reparos a sabiendas que no podrá ser disfrutada por nadie más, tu vida en un solo beso, un beso mortal.

Otras, al contrario, quisiera ser dulce despertar, labios rosas con sabor a ciruela, ser un reflejo del sol sobre el vaso de agua que te refresca, vivo y alegre colibrí que revolotea por tu pelo.

¿O tal vez una guitarra? Para que tus manos me acaricien sin prejuicios, extender sobre mi cuerpo una dulce tensión provocativa, insurgente, revolucionaria. O desgarrarme en una susurrante melodía de amor.

Una pluma, derramándome en palabras de libertad, en escenas fantásticas, en tormentas cerebrales.

¿Un pincel? O cientos de miles de pixeles que se desdoblan para atormentar las envidias ajenas.

Quisera ser un duende, que desapareciera y apareciera en tu habitación, cambiando tus calcetines por tu cepillo de dientes...

Quisiera ser cigüeña y anidar en tu tejado, quisiera ser pescador y alcanzar las costas de tu pasado...

Quisiera tenerte cerca para abrazarte y lejos para añorarte, tomarte de las manos y arrastrarte a mi tormenta.

Si Luna, madre y mentora, me invitas a soñar en todas las cosas en las que me quisiera convertir para al final iluminar mi reflejo sobre el cristal pulido de mi espejo que me muestra un par de ojos grandes, curiosos, una sonrisa fácil y un cuerpo menudo y al final quisiera ser todo eso en las palabras del poeta, del escritor, del músico, porque bajo mis propios pies, quisiera seguir siendo yo.

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